Fotografía por Angelo Picardo

Un futuro azul para El Salvador

El Salvador es, más que un país de tierra firme, una nación marítima en potencia. Con más mar que suelo bajo sus pies, su verdadero territorio se extiende hacia el Pacífico en forma de oportunidades energéticas aún inexploradas. Las olas, el viento y las mareas no solo cuentan historias antiguas: también podrían ser la clave para un futuro energético renovable, limpio y soberano.
16 abril, 2025
1 min de lectura

El Salvador es un país con más mar que tierra. Aunque nuestro territorio abarca 21,040 km², la zona económica exclusiva se extiende 200 millas náuticas mar adentro, multiplicando significativamente nuestra área de influencia. Sin embargo, este vasto espacio marítimo sigue siendo un recurso subutilizado. A medida que el mundo avanza hacia una transición energética, El Salvador tiene la oportunidad de apostar por el desarrollo de energías renovables marinas como un pilar para su futuro.

El potencial del país en este ámbito es considerable, con más de 300 kilómetros de costa expuestos al Pacífico Sur. El litoral salvadoreño está sometido a un oleaje altamente energético durante todo el año. Este oleaje se origina a partir de tormentas y sistemas de baja presión situados a cientos o incluso miles de kilómetros de distancia, desplazándose a través del océano en forma de trenes de olas organizadas y de buen tamaño. Este recurso puede aprovecharse mediante la tecnología undimotriz, convirtiendo el movimiento de las olas en electricidad y ofreciendo una fuente limpia y continua de energía.

Otra alternativa renovable marina es la mareomotriz, que utiliza las mareas, es decir, el ascenso y descenso del nivel del mar causado por la atracción gravitacional de la luna y el sol.

Aunque el rango mareal en El Salvador es relativamente bajo en comparación con otras regiones, existen tecnologías híbridas que pueden optimizar su aprovechamiento. Combinada con la energía undimotriz, la mareomotriz podría diversificar la matriz energética del país y reducir la dependencia de combustibles fósiles.

Por otro lado, el potencial de la energía eólica marina es innegable. La instalación de aerogeneradores en altamar ha demostrado ser una de las estrategias más eficientes para la producción de energía en otros países. Las condiciones de viento en la costa salvadoreña podrían permitir el desarrollo de parques eólicos marinos, complementando las fuentes ya existentes y fortaleciendo la seguridad energética del país.

Apostar por la economía azul y el desarrollo de energías renovables marinas no solo representa una oportunidad para diversificar la producción de energía, sino también para impulsar la innovación tecnológica y la creación de empleo. La expansión hacia el océano es un paso lógico y necesario para un país cuya mayor extensión está en el mar. El Salvador tiene ante sí la posibilidad de redefinir su relación con el océano y convertirlo en un motor de crecimiento sostenible. Aprovechar sus recursos de manera estratégica y responsable puede marcar la diferencia en la construcción de un futuro más limpio y resiliente.

Síguenos

Ads

Vale la pena leerlo