Le tengo miedo a esta serie. Me da miedo escribir sobre ella y que lo que escriba no le haga justicia a lo buena que es la serie. Creada por Christopher Storer e inspirada en Mr. Beef, un pequeño sandwich shop en Chicago, The Bear no deja de acumular premios y reconocimientos. Este año no ha sido la excepción: obtuvo nuevamente cinco nominaciones a los Golden Globes 2024, incluyendo Mejor Serie de Comedia, Mejor Actor (Jeremy Allen White), Mejor Actriz (Ayo Edebiri) y Mejor Actor y Actriz de Reparto (Ebon Moss-Bachrach y Liza Colón-Zayas). La serie no solo sigue dominando los rankings, también está redefiniendo la televisión.
La mayoría de personas que vieron esta serie antes que yo no sabían como recomendármela: comedia o drama. Mi conclusión 3 temporadas después es que no es ni una, ni la otra, es una hermosa representación de la vida, de la lucha por ser exitoso y saber lidiar con la vida en general.
La tercera temporada de The Bear salió en junio de este año y es complicado hacer un análisis de todos los episodios sin hacer spoilers así que a partir de este momento lo siento pero el platillo que leerán está lleno de spoilers, gritos, risas y alguna que otra lloradita necesaria.
Al principio me quise ir por una de mis comidas favoritas: “verduras divinas”, cocinada por mi mamá. Digo cocinada por mi mamá porque así fue como la conocí por primera vez. Un plato sencillo, que nunca me atrevería a replicar porque sé que nunca me quedará igual, tiene una mezcla de pan, queso y verduras que lo hace irresistible. Como The Bear, es una experiencia que combina capas de sabor, texturas y emociones. Mi abuelita (bisabuelita) Aida cocinaba con amor y simplicidad, y ese espíritu también se siente en cada episodio de la serie.
Pero para analizarla a fondo, tomemos una aproximación diferente: sigamos la receta de los espaguetis pomodoro de la primera temporada como una guía para desmenuzar cada episodio. Al igual que un buen plato, cada capítulo tiene sus ingredientes, su método de preparación y su sazón única.
Primer paso: la base del sabor. En los primeros episodios de esta tercera temporada, se establece la base. Al igual que al calentar el aceite con ajo, peperoncino y albahaca, los personajes están en constante tensión. Carmy busca balancear su visión con las necesidades del equipo, mientras Sydney intenta encontrar su lugar en este ambiente frenético. Los conflictos burbujean, dando un aroma intenso que anticipa lo que se viene.
Segundo paso: el sofrito emocional. Conforme avanzan los episodios, como cuando se dora la cebolla con mantequilla, los momentos dramáticos y las emociones a fuego lento comienzan a mezclarse. Richie y Carmy se enfrentan en una batalla de egos, mientras Marcus lidia con la pérdida de su madre. Cada personaje aporta un matiz único, enriqueciendo la narrativa. Un funeral nos enseña que así como los ogros, los humanos también tienen capas.
Tercer paso: el tomate, el corazón de la salsa. Llegamos a la mitad de la temporada. En ese momento agregamos los tomates San Marzano y la historia alcanza su punto más intenso. Los flashbacks al pasado de Carmy, los recuerdos de Mikey y los momentos de vulnerabilidad entre los personajes nos muestran el corazón de la serie. Es un recordatorio de que incluso en el caos, hay belleza. Siempre hay y siempre habrá. La mayor parte del tiempo cocino por necesidad pero cuando tengo tiempo, improvisó, con pasión y encuentro en mi propio caos belleza, al lograr encontrar esos sabores, esa pausa que sigue una receta.
Cuarto paso: integrar los sabores. En los últimos episodios, como cuando la salsa se amalgama, los conflictos comienzan a resolverse. Carmy y Sydney enfrentan decisiones difíciles que redefinirán el futuro del restaurante. La llegada de una crítica gastronómica amenaza con desestabilizar todo, pero también ofrece una oportunidad de crecimiento.
Quinto paso: el toque final. El cierre de la temporada es como servir espaguetis con parmesano: un final satisfactorio pero que deja ganas de más. Los personajes, aunque marcados por las cicatrices de su viaje, muestran destellos de esperanza y redención. Al igual que un buen plato, The Bear nos deja reflexionando sobre los ingredientes que componen nuestras propias vidas.
No sabemos hacía dónde va The Bear y eso es lo más hermoso de la serie. Imposible sería irme sin hablar de “Ice Chips”, el octavo episodio. En este episodio, Natalie es obligada a llamar a su madre Donna para que la ayude en su parto. Hay que poner “Baby, I Love You” de The Ronettes, de fondo y disfrutar de la increíble Jamie Lee Curtis. Este episodio llega al mismo nivel que Fishes, el episodio 6 de la segunda temporada dándonos de nuevo actuaciones increíbles y diálogos que serán imposibles de replicar con tanta maestría.
The Bear no es solo una serie, es una experiencia. Es el recordatorio que, al igual que en la cocina, en la vida todo se trata de equilibrio: entre lo dulce y lo amargo, entre el caos y la calma, entre lo que somos y lo que aspiramos a ser. Si aún no la han visto, prepárense para una degustación de emociones que los dejará hambrientos de más.
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